Oye ¡güerita! quién fuera tu ginecólogo…

A veces la gente no comprende porqué el acoso sexual en las calles es algo grave o preocupante. Porqué importa, porqué nosotras las feministas nos ponemos “de intensas” al respecto: “pero si sólo son manes divirtiéndose sin afectar a nadie”, “¡es una broma!”, “son sólo palabras, ¿sabes? no estamos haciendo nada”, o la absoluta peor de todas, “deberías sentirte halagada”.

Quiero hablar de cada una de estas justificaciones, y otras. El acoso en las calles es algo serio. Y me voy a referir a ustedes, hombres (hetero, supongo, aunque si eres un hombre acosando a otros manes también es para ti esta entrada) que nos gritan, manosean, fotografían de forma sexual, chiflan, tocan el cláxon, o cualquier otra señal grotesca dirigiéndose a una mujer desconocida (o que no te dio su consentimiento) en un espacio público. Me voy a referir a ustedes que creen que no es la gran cosa pues son chavos decentes que no harían nada malo.

1. Sí, son manes divirtiéndose. Y yo sé que la mayoría de hombres (hetero) encuentran diversión en el cuerpo femenino. Yo también encuentro diversión en el cuerpo de personas del sexo opuesto – o del mismo para tal caso. Pero, ¿podrían, como yo, divertirse solamente con el cuerpo de alguien que ha dado su consentimiento para ello? ¿Así porfis? Así pueden divertirse entre ustedes todo lo que quieran, y dejarme a mi en paz. No he dado ni daré mi consentimiento jamás a que un man grotesco (nada que ver con apariencia, chavos: si me acosan en la calle me parecerán grotescos) tenga “diversión de hombres” a costa de mis senos, mis piernas, mis nalgas/cola/pompas (el problema de saber que me leen de distintos países hispanohablantes). Yo decido quien se divierte conmigo, ¿estamos?

2. El acoso en las calles no debería ser divertido. ¿Les parece divertido cuando alguien que no conocen los hace sentir humillados, incómodos, cosificados, devaluados y les arruina su día entero? A nosotras tampoco.

Nadie debería encontrar divertido el violentar a otra persona, el dañarla. Lo que me lleva al siguiente punto.

3. No es sin afectar a nadie. Por supuesto que a ustedes no les afecta, ustedes son los que están acosando. Pero si nos daña a nosotras, nos afecta en varias maneras.

Primero, nos hace sentir incómodas. Y si estas haciendo algo que incomoda a la mitad de la población mundial colectivamente, y eres una persona decente, dejarías de hacerlo.

Nos hace sentir que no estamos a salvo, seguras. ¿Por qué? Porque no hay garantía (no tenemos manera de saber que eres un chavo decente y no-violador porque no estás haciendo lo decente que es no chiflarnos) de que nos atacarás sólo con palabras, primeramente. No hay garantía de que no nos vas a toquetear, seguir, asaltar, golpear, violar. Probablemente tienes la fuerza física para hacerlo. Tienes también la actitud desagradable hacia la mujer y el machismo que se requiere, claramente (¡nos estás chiflando! no somos perros, ¿sabes?)

Nos hace dudar de nuestra persona y nuestro valor como seres humanos completos, no sólamente, como dicen “senos con patas”. Nos hace internalizar tus claxonazos y empezar a cosificarnos a nosotras mismas. Nos hace pensar que nuestro valor como personas y nuestro acceso a tu atención está solamente en nuestro cuerpo y qué tan bien nos veamos nos veas.

Nos hace sentir como ciudadanos de segunda, pues claramente las calles y otros sitios públicos no son tan nuestros como tuyos.

4. Esas no son bromas. No encontrarías gracioso si una broma consistiera en tenerte cuidando tus alrededores a cada instante mientras caminas a tu casa, evaluar tu elección de ropa dependiendo de si tienes que pasar por el sitio de construcción o no, tener que asegurarte de estar con alguien cuando pasas por ciertas calles, manejar tu horario de manera que no estés fuera a ciertas horas. Te aseguro, no te gustaría el chiste. No se te haría tan divertido si dañara TU libertad, si tus papás te dijeran, “No, hoy no te puedes ir de farra con tus amigos porque hay unas personas allá afuera que sienten derecho de evaluar como te verías desnudo”.

5. Tú eres el único que sabe que son sólo palabras. Como dije, no tenemos forma de saber que eres un hombre decente pues no te estas comportando como tal. Tenemos miedo de responderte pues te puedes enojar, o violentar, o ser más grotesco en tus comentarios. Podrías tocarnos, o seguirnos, o quién sabe qué mas. La sociedad nos enseña que debemos temerle a los hombres, pues no sabemos qué puede pasar si cruzamos esa preciosa línea que los hombres cruzan todo el tiempo: con sus comentarios, su acoso, su mirada no bienvenida, sus chistes sexistas, sus amenazas de violencia, sus violencias socialmente-aceptables (porque, no es de damas levantar la voz, claro). Le tenemos miedo, más que nada, a la idea machista de que tienes derecho sobre nuestros cuerpos, a ser violento si no nos acomodamos a tus caprichos.

No queremos averiguar si eres un violador o si “solamente” hablas como uno.

6. El que me acosen en la calle me hace muchas cosas: me enoja, me decepciona, me atemoriza, me molesta, me incomoda. Pero no me halaga.

El que pienses que me halaga es en sí un insulto. No busco la aprobación masculina, lo creas o no. Y puede sonar a frase de feminista enojada y sola, pero creeme que no lo es. (Por mucho tiempo lo fue, claro. Tomó tiempo el valorarme – toda yo, incluyendo pero no sólamente mi cuerpo). Mucho menos busco la aprobación de hombres que ni siquiera conozco ni me importan. Sé cómo me veo, sé que tengo senos, muslos, brazos, nalgas. Estoy conciente de mi anatomía, y me siento sexy por lo que siento, por lo que veo en el espejo, por lo que soy. No porque hiciste alusión a lamer mis partes (quisiera estar inventando que alguien me ha dicho esto).

 

Un güey una vez me dijo que al menos me prestaban atención, que a muchas chavas ni les chiflaban. En ese momento yo no era tan respondona, ni tenía tanta confianza en mi misma, ni sabía qué tan sexista había sido su comentario, pero ahora que pienso en él me dan ganas casi de llorar. Me hace pensar que en materia de reclamar las calles, los salones de clase, los autobuses, el mundo, tenemos muy poco espacio siempre y cuando no reclamemos primero esa dicotomía estúpida y reduccionista de “hot or not”.

Si somos de las suertudas que somos consideradas bonitas en estándares de hoy en día, nos acosan diariamente, nos cosifican. La gente se sorprende de que seamos inteligentes, de que seamos feministas. Nos tienen con estándares muy bajos, y nos socializan así. Nos dicen que todo lo que tenemos es belleza, y que ésta será lo que nos de poder en la sociedad patriarcal en la que vivimos. Nos dicen que debemos también cuidar esa belleza, que no se vaya; que debemos odiar a otras mujeres pues son nuestra competencia por esa mirada masculina que debemos buscar siempre.

Si somos, por otro lado, de las suertudas que no son acosadas en las calles diariamente y cosificadas y no tomadas en serio, entonces somos ridiculizadas constantemente, botadas a un lado. Nos dicen que no tenemos ese valor femenino de la belleza, entonces no valemos nada. Nos hacen pensar que nunca nos vamos a casar (¡y eso es una catástrofe!), que nunca tendremos nada que valga la pena.

En resumidas cuentas, no podemos ganar. Nos hacen dudar de nosotras mismas constantemente. Nunca somos suficientemente bellas. Pero, si fuéramos más bellas, tendríamos más poder, más amigos, más dinero, más empleos, podríamos hasta escoger a nuestro esposo. Podríamos ser más bellas, pues las revistas y el acoso y la pornografía nos dicen que ni somos tan bellas. Así que devoramos cada producto que nos promete ser mejores como mujeres. Pero es que o somos demasiado bonitas para nuestra conveniencia o no somos suficientemente bonitas. No podemos ganar.

Además, hay muchas cosas que sí me halagan. Que me reduzcas a un cuerpo sin persona al cual tienes derecho y el cual tienes derecho a criticar a placer no me halaga. Si eres un man saliendo conmigo y me dices que me veo linda, sí me halaga – no es que estemos en contra o blindadas contra cumplidos o contra sentirnos y que nos hagas sentir bellas, obviamente. Pero ahí habría consentimiento en cuanto a cierta cercanía e intimidad, a un espacio personal reducido en comparación a una banqueta. Se entiende que la interacción es más profunda que partes del cuerpo a las cuales chiflar.

En la calle, quiero sentirme segura, respetada, y que me dejen en paz. Claramente no quiero que me hagan sentir como un hueso en un patio de juegos de machos en el que quien quiera puede y va a disparar groserías o chiflidos hacia mí. Claramente no quiero, después de ser acosada, que me digan que les “regale una sonrisita, mami” que porque “¿por qué tan seriecita?” si me están halagando. Tengo que sonreír para hacerles saber que estoy más que de acuerdo con sus avances, y es que, ¿quién no lo estaría?

 

Se me ha hecho temerle a mis calles, a mi ciudad, a mi propio cuerpo y feminidad toda mi vida. Mientras crecía ni siquiera cuestioné nunca que jamás debería caminar sola, o tarde en la noche, o portando cualquier prenda fuera de una sudadera con capucha. La sociedad me ha hecho sentir que debo vestirme como hombre para que así me traten como hombre, o séase con respeto. Mostrar que soy mujer sería mostrar que soy débil, que me pueden no respetar, que me pueden engañar, que me pueden tocar o atacar pues no hay nada que temer en mi cuerpo y mi persona. Que estoy “abierta” al acoso. Me enseñaron bastante claramente que caminar sola en mi ciudad, como mujer, es dejar que me hagan lo que quieran, pues me lo estoy buscando. Crecí con miedo de cruzármele a un man, de provocarlo, de causar que se bajara del coche del cual me esta gritando y que me hiciera algo. ESO ES EL ACOSO EN LAS CALLES.

El acoso en las calles, más que nada, es un modo de vigilar y supervisar nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, las horas del día a las que salimos y bajo el cuidado de quién, vigilar que no estemos ‘rondando por ahí’, a dónde y cuándo salimos, qué hacemos. Es literalmente asegurarse de que no se nos deje solas ni un momento, “por nuestro propio bien”. Es asegurarse de que nos quedemos en casa. Y puede que no nos lo pongan así, con esas palabras, pero eso es lo que efectivamente hace con las mujeres. Si andamos caminando por ahí solas de noche, seguramente somos “chicas malas”. Así que obtenemos lo que merecemos: paranoia, acoso, y quién sabe qué más. Si no queremos ser víctimas de estas cosas, o de la vergüenza de ser llamada “promiscua” o “mala mujer”, más nos vale quedarnos en casa, más nos vale caminar con un hombre a lado nuestro. Más nos vale no ser vistas donde no debemos estar.

 

no piropo

Yo me rehúso a aceptar esto. Tenemos derecho a nuestras calles, tenemos derecho sobre nuestros cuerpos, nuestra auto-estima, sobre lo que vestimos, dónde estamos y cuándo. Tenemos derecho al mismo ambiente seguro que cualquier hombre. Tenemos derecho a dejar de contener o doblegar nuestra sexualidad porque un hombre no puede guardarse sus comentarios. Tenemos derecho a no ser juzgadas, avergonzadas. Tenemos derecho a decidir sobre lo que nuestros cuerpos, nuestra ropa, y nuestro horario dice de nosotras; a no dejar que un hombre decida esas definiciones por nosotras.

 

Únanse a estas campañas 😉 y chequen este reportaje y entrevista, súper interesante.

 

– Interviene cuando alguien está acosando a alguien más. Dile que está mal y porqué.

– Calmadamente acércate y diles porqué te lastima lo que acaban de gritarte. Esto toma mucha valentía, pero puedes intentarlo (cuando no estés en peligro tú, claro).

– Toma fotos de los agresores. Ponlas en la calle: “No respeta a mujeres”, “Cuidado con este auto, no te respeta”.

– Habla con la víctima del acoso en la calle. Hazla sentir segura y tranquilízala. Ayúdale a hacerle frente a los agresores.

– Cuenta tu historia en http://www.ihollaback.org/#

“Hey psssst, hotstuff. Read this for me, will ya, babe?”

Sometimes people don’t understand why street harassment is a big deal. Why catcalling matters. Why we feminists “get our panties in a bunch” about it: “but it’s harmless guys’ fun!”, “come on, it is jokingly!”, “it is just words, y’know?” or the worst of ALL, “you should be flattered!”

or "Pssssst" or "Lookin good!"..

or “Pssssst” or “Lookin good!”. Nope, not “dayyuuuummm” either.

I want to address these and other claims one by one. Because street harassment is serious, and it should stop. And I will be talking to YOU, (straight, I guess) men who shout at us or hiss at us or whistle or honk or do any other gross signalling to a gal you do not know on public spaces. Those of you who think it is no big deal because you are a nice guy and you would not actually do anything.

1. It is not harmless. I mean, for you it is, of course. You are doing the harassment, so DUH. But it does harm us in many ways.

For one, it makes us uncomfortable. And if you were doing something that half of the world’s population considers uncomfortable and you are a decent human being, I would think that you’d stop it.

It makes us feel unsafe. Why? Because there is no guarantee (hey! we do not KNOW that you are a decent non-rapist guy because you are not doing the decent thing which is to not honk at us) that you will only attack us with words, for one. There is no guarantee that you will not follow us, or rob us, or rape us. You probably have the physical strength. You definitely have the sexism and utter distaste towards women (you are whistling at us! we are not strays you know?!) too.

It makes us doubt our sense of self and our self worth, our value as full human beings, not just bodies that walk. It makes us internalize your honking and start objectifying ourselves as well.

It makes us feel like second class citizens, since the streets and other public spaces are not so much ours as they are yours, clearly.

2. It is not fun. It shouldn’t be, at least. Do you find it fun when someone you don’t know singlehandedly makes you feel uncomfortable, objectified, humilliated, unsafe and basically ruins your day? We don’t either.

3. Guys fun? Yes, I do know that men tend to find fun in women’s bodies – heterosexual men, that is. We find fun in men’s bodies – and women’s, for sure – too. But could you find a consensual partner to have fun with, pretty please? Someone who has fun with your body too and so you have fun together 🙂 I do not consent to a gross (nothing to do with physical appearance really, to me any guy who catcalls is instantly gross) dude whistling at me and having “good ol’ guys’ fun” concerning my breasts, my thighs, my ass. I decide who gets to have fun with those. Clear?

4. The joke is on us, clearly. Thing is, you wouldn’t find a joke funny if it involved you having to watch your back on your way home, or make sure you are with someone when you walk on certain streets, or self-impose a curfew because you cannot walk alone any later than that. You wouldn’t find fun if your freedom was being messed around with because some people you don’t know feel the need to let YOU know what they think about your body and how much they’d rather have you naked.

5. Only YOU know it is just words. As I said in #1, we don’t know you are a decent guy because you are not behaving like one. We are afraid to even respond to you because you might get angry. You might get violent. You might get more crass in your comments. You might follow us home. Society teaches us to be afraid of men, because we don’t know what you might do to us if we cross a precious line that you continually cross: with your comments, your catcalling, your sexist jokes, your threats of violence, your socially-accepted outbursts (another privilege us ‘ladies’ do not enjoy). We are made to be afraid of your sense of entitlement to our bodies, to be violent if we do not comply.

We don’t want to find out if you are a rapist or “just” a guy who talks like one.

6. I am a lot of things when someone harasses me on the street, but flattered is not one of them. I am angry, I am disappointed, I am scared, I am annoyed, I am uncomfortable. NOT flattered.

The fact that you THINK it is flattering is insulting. I do not seek men’s approval. And it may sound like an angry, lonely feminist’s line, but trust me, it isn’t. (For a very long time it was, though, for sure. It took quite some time for me to value myself – everything about myself, including my body but much beyond that as well). I certainly do not seek a random dude’s approval. I know what I look like, I know I have breasts, thights, ass. I am aware of all my body parts. I feel sexy because I look myself in the mirror and I like what I see, what I am. Not because you hinted at licking my “pussy” (true story, I wish I was making this up).

A guy once told me that they were at least paying attention to me, because many girls do not get catcalled at all. At the time I was not so loud-mouthed, did not know the full extent of the sexism in his comment, and I was not as confident in regards to feminist discourse to say much, but just thinking about that comment today makes me want to cry. It makes me think that in matters of taking back the streets, the lecture halls, the world, we have very little space as long as we are trapped in the “hot or not” BS.

If we are “lucky enough” to be considered beautiful in today’s mainstream standards then we are constantly harassed, objectified. People are surprised when we are smart or when we are feminists. We are held to low standards, socialized to low standards. We are told that all we have is beauty, and that beauty is the thing that will grant us power in this men’s world. We are also told that we must hate other women and make sure we are the prettiest ones, make sure we get men to listen to us and see us.

If we are “lucky enough” to not be harrassed in the streets on a daily basis and objectified and not taken seriously or held to low standards then we are constantly ridiculed, named names, put aside. We are made to feel worthless (because a woman’s worth is in our beauty). We are made to think that we will never get married (which is just such a catastrophe!) or have anything going for us at all.

All in all, we are made to constantly doubt ourselves. We are never beautiful enough, and we think we gain power if we are. We could get more jobs, we could get more friends, we could get more men, we could get more money. We could ‘choose’ the man we want. But magazines and catcalling and pornography make us think that we are not that pretty, and so we devour every single product that is thrown at us, in the hopes of being better as women. We are either too pretty for our own good or too unpretty for our own good. We cannot win.

 

Moreover, there are many things that I might find flattering. But reducing me to a dettached body which you feel entitled to ‘critique’ at will is not flattering. If you are a guy on a date with me and you tell me I look good, I do find it flattering – it is not that we are against or impervious to compliments or against making ourselves and others feel beautiful, obviously. But there, there is consent to a certain closeness and intimacy, to a reduced personal space from that of a sidewalk. There is the implication that there is more to the interaction than separate body parts to whistle at.

On the street, I expect to feel safe, to be respected, to be left to myself. I certainly do not expect to be made feel like the street is a men’s playground in which they can and will shoot slurs at me. And then being told to give them a lil’ smile. Because while a guy is honking at me, I am supposed to feel flattered and to smile pretty, letting him know I am more than okay with his advances. Who in her right mind wouldn’t, right?

 

I was made to feel afraid of my streets, of my hometown, of my own body and femininity all my life. Growing up I did not even question that I should never walk alone, or late, or wearing anything other than sweatpants and a hoodie. I was made to feel the need to dress as close as possible to a man, because showing I was a girl was showing that I was weak, that I could be fooled or tricked or attacked, that they had nothing to be afraid of in me, and that I was “open” to harrassment. I was taught that walking alone in my city, as a woman, was letting guys do whatever they wanted, basically. I grew up fearful of getting in a guy’s way, provoking him, making him get out of the car from where he was honking and actually doing something. THAT IS WHAT STREET HARASSMENT IS.

Street harassment is a way of policing our bodies and our sexuality, the times of the day that we go out, how unsupervised we are, policing that we are not wondering about (vagrancy laws working against street sex workers, anyone?) and when & where we go, what we do. It is literally making sure we are never left unsupervised, but “for our own good”. It is making sure we stay home. And we might not all conciously put it or do it that way, but it is what it effectively does to women. If we are walking around alone at night, we must be bad girls, we must be up to no good. So we get what we deserve: paranoia, harassment, or who knows what else. If we want to not be subject to those things, or the shame of being called a promiscuous or “bad” woman, we better stay home, we better walk with a man on our side. We better not be seen where we shouldn’t be.

I refuse to accept this. We are entitled to our streets, we are entitled to our bodies, we are entitled to our self-confidence, to wearing what we like, when we like, where we like. We are entitled to the same safe environment as any man in the world. We are entitled to stop restraining our sexuality for the sake of men who cannot keep their mouth shut. We are entitled to not be judged, shamed. We are entitled to decide what our bodies, our clothes, our time, says about us, and not having men decide that for us.

 

 

Join Hollaback! To end street harassment. We all can do this together.

– Intervene when someone is doing the cat-calling. Man up and tell them what they did is not okay and why.

– Calmly approach them and tell them why this hurt you. This takes a lot of courage, but try to do it (when and where you feel safe doing so, of course!)

– Take pictures of the agressors and post them in the street: “Disrespected women while at work” “Beware of this car, they will disrespect you”.

– Talk to the victims on the street. Make them feel safe and accompany them when possible.

– Tell your story and read the stories in Hollaback.